A pesar de que Rusia es el tercer emisor de dióxido de carbono del mundo, muchos rusos -quizás la mayoría- ven al cambio climático como un problema ajeno, una paranoia irracional creada por aquellos que tienen vidas demasiado cómodas.
Raya Corry-Fitton, una estudiante británica que vive en Moscú y suele escribir para nuestra página de internet, nos comentó que sus amigos rusos dicen que el cambio climático –y las emisiones de los automóviles enormes que tragan grandes cantidades de carburante- son “tonterías”.
El presidente Dimitri Medvedev prometió que para 2020 reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero entre 10 y 15% partiendo de los niveles de 1990.
Los ambientalistas rusos señalan que eso se traducirá en mayores esfuerzos para reducir las emisiones, porque la reducción prometida ya se logró, pero como un efecto secundario del colapso de la industria pesada rusa, a principios de los 90.
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