En un país conocido tradicionalmente por la gran cantidad de días que llueve por año, pensar en una producción de vinos de calidad "Made in England" sonaba a utópico. Hasta que el recalentamiento global se convirtió en una preocupación mundial y los bodegueros ingleses se dieron cuenta de que tal vez no era tan mala noticia para ellos, a diferencia de sus colegas franceses, que ven al cambio climático como la peor de las pesadillas.
Por más que el vino haya llegado a Gran Bretaña con los romanos, no fue hasta el siglo XX que comenzó una incipiente producción de vinos, más precisamente en el sur del país, donde las condiciones geológicas son similares a la de la región de Champagne, Francia, aunque con temperaturas más bajas. Sin embargo, de la mano de un aumento en las temperaturas, en los últimos 5 años la superficie cultivada creció en un 50%. Y para 2009, después de un verano templado, se espera una cosecha récord, según informa Neues Deutschland .
"Si el clima sigue cambiando, de aquí al año 2080 todas las regiones británicas producirán vino", se entusiasma Richard Shelley, profesor de geología en el Imperial College de Londres. La calidad de los caldos ya comienza a hacerse notar, luego de que en una cata a ciegas un espumante inglés se impusiera ante sus competidores franceses. Mientras tanto, cunde la alarma entre los productores del otro lado del Canal de la Mancha ante el recalentamiento global, por el riesgo de que el clima deje de ser benéfico para la producción de vinos. A tal punto que algunas bodegas francesas como Louis Roederer ya evalúan la alternativa de mudarse e invertir en Gran Bretaña, algo inimaginable hasta hace pocos años atrás.
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