Además de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, Bélgica pretende contribuir a la lucha contra el cambio climático inculcando prácticas de consumo amigables con el medio ambiente entre su población.
Y para modificar los hábitos de consumo de los belgas, el gobierno, en colaboración con la iniciativa privada y los sindicatos, ha puesto a circular los llamados “cheques verdes”, los cuales son una versión ecológica de los actuales bonos de compensación salarial.
Es decir, en lugar de recibir cheques de consumo para restaurantes, los empleados obtienen una bonificación que servirá exclusivamente para comprar productos ecológicamente sustentables, desde focos de ahorro energético, hasta artículos de jardinería, bolsas biodegradables y mercancías elaboradas con materiales reciclados o de diseño ambientalista.
Los “ecocheques” también pretenden ser un estímulo para dejar el coche privado en casa, al estar diseñados para la compra de bicicletas y el pago de transporte público.
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